ü Desde el trabajo una final es un partido más. Las circunstancias que rodean al partido son únicas, diferentes, ya que la trascendencia del resultado es enorme. Pero el equipo no puede permitirse que su trabajo se vea afectado por este escenario especial.
Atendiendo al trabajo que debe realizar cada futbolista, cada línea y el equipo es el mismo que viene realizando en los dos últimos años, especialmente a lo largo del mundial. Es cierto que el partido es más “importante” que ningún otro pero se resuelve desde el mismo trabajo que vienen haciendo.
ü Tener totalmente claro el trabajo a realizar. Cada uno, a nivel individual y colectivo, sabe lo que tiene que hacer. Es cuestión desarrollarlo sobre el terreno de juego con determinación, sin dudas.
ü No variar apenas el propio trabajo. Mantener las señas de identidad que han llevado hasta la final. No se debe abandonar el camino recorrido hasta alcanzar la final. No se debe optar por sistemas poco entrenados, que no domina el equipo. Se debe apoyar el equipo en sus armas, en aquello que domina y en lo que es competente. Hay que ser fieles al propio estilo de juego.
ü Poner énfasis en el propio trabajo. Tiene importancia lo que haga el propio equipo, de forma que ponga en dificultades al rival, creándoles dudas, provocando desequilibrios tácticos y errores.
ü Traducir las dificultades del rival en soluciones. No hay equipos invencibles, ni siquiera mejores o peores. Enfrente va a haber un rival que tratará de ser más listo y que buscará arrebatar las ilusiones. Conviene desmenuzar el trabajo del rival para traducir sus potencialidades en soluciones.
ü Generar expectativas de éxito respecto al trabajo y el rival. Es inteligente recordar que el trabajo que exige el partido se conoce, está entrenado y se domina, siendo competentes para desarrollarlo de forma óptima. Es necesario sentir que realizando un buen trabajo es posible superar a cualquier rival.
ü Manejar la condición de favorito. Intimidar al rival desde el trabajo bien hecho. Desde el trabajo bien hecho hay que ir madurando al rival a lo largo del partido provocándole dudas, intimidándole hasta lograr que se fatigue y se desequilibre.
ü Poner más ilusión en el camino que en la meta. La obsesión con “ganar”, con lograr el “título”, es decir con la meta, es incompatible con el trabajo bien hecho, ya que atenaza e bloque el talento. La ilusión debe estar tanto o más en el camino (trabajo) que en la meta (título), es decir en hacer un buen trabajo sabiendo que ese es el mejor camino para ganar.
ü Reforzar la autoconfianza colectiva. Se llega a una final por méritos propios. Es aconsejable reforzar las claves del trabajo bien hecho desarrollado en los partidos previos, que han conducido hasta la final. También es interesante analizar cómo el equipo ha ido creciendo a lo largo del campeonato. En definitiva, debe haber un convencimiento de que el equipo está preparado. Es más “equipo” y más “competitivo”. No es necesario sentirse el mejor, es suficiente saber que puede superar a cualquier rival. Pensar que es posible acerca mucho la consecución del título.
ü Gestionar las dificultades del partido más desde la inteligencia que desde el corazón. El partido exige “leer” cada situación del juego y resolverla desde la “inteligencia”, aplicando las soluciones trabajadas y entrenadas. Ante las dificultades hay que actuar con inteligencia y determinación.
ü Reforzar la decisión de competir, pelear, pugnar, superar al rival en cada acción. Competir exige vivir el “duelo” o la “pelea” con el rival, sabiendo que hay que “matarlo” para que no suceda a la inversa. Hay que vivir cada acción como un duelo en el que se busca superar al rival.
ü No variar las rutinas previas al partido. Cada futbolista sabe lo que debe hacer para sentirse bien. Antes del partido es importante que cada uno se encuentre a sí mismo, por lo que no se deben variar esas “rutinas” que a uno le han ayudado siempre.
ü Aislarse del ambiente externo. No jugar el partido horas antes de su inicio. Se debe entender la alegría, la ilusión y la euforia de la afición. Es bueno que lo sientan para así apretar más al rival desde la grada, lo que no debe contagiarse al equipo. Conviene distanciarse de esa euforia para entenderla pero no permitir que entre en el vestuario. La euforia está reñida con el trabajo bien hecho.
El partido no se puede jugar en la cabeza días u horas antes. Así se produce un peligroso desgaste que se refleja posteriormente en el terreno de juego, perdiendo energía, dinamismo, creatividad.
ü Mantener el estilo de vida habitual. Hay que hacer una vida lo más normal posible, aquella que contribuye a sentirse bien, distraído, cuidando la alimentación, el descanso y también las emociones.
“Es más fácil ganar una final cuando se trabaja bien; buscar el disfrute ante la máxima exigencia o dificultad suele ser garantía de éxito”
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